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Mario Mora, concert pianist
Interview. Foundation Excelentia. Conversations with Young Talents. Madrid (Spain), June 2010.
 
Quedamos en una cafetería de la calle Serrano para hablar con el último ganador del Concurso Infanta Cristina, Loewe-Hazen 2010, en la categoría de Jóvenes Concertistas. Mario Mora Saiz (1989), natural de Cuenca, nos comenta el importante empuje que este premio supone para su carrera musical.
  
 
P- Creo que todas las personas mostramos una sensibilidad especial hacia determinadas actividades que a veces se manifiesta de forma muy temprana. Siempre cuento que uno de mis alumnos pidió a sus padres tocar el piano con solo cinco años y siguió insistiendo en ello durante todo un año hasta que le apuntaron a una escuela a dar clases. ¿Cómo comenzó tu relación con la música?
R- Mi historia es bastante curiosa: mis padres me regalaron un teclado de juguete cuando tenía cuatro años. Por lo visto, me pasaba casi todo el día intentando sacar de oído todas las melodías que escuchaba en el colegio, así que al ver que me gustaba mucho la música, comencé a dar clases de piano. Empezó como ves de una forma muy sencilla y natural.
 
P- Estuviste un tiempo aprendiendo de una forma casi infantil, si me permites decirlo, hasta que con ocho años entras en el conservatorio y encuentras a la persona que te cambiará la vida, tu profesor José María Martínez Toledo. Me gustaría que nos hablaras un poco de él.
R- Lo primero que quiero decir es que hoy no estaríamos aquí sentados hablando si no fuera por él. Es un magnífico pianista y por supuesto profesor. No es coincidencia que tenga tantos alumnos buenos, como por ejemplo mi compañero Diego Catalán.
Tiene las ideas muy claras y sabe qué obras son las que te conviene tocar en cada momento. Suele trabajar un repertorio para cada nivel que sabe que funciona y con el que desarrollas diferentes aspectos, bien técnicos como pueden ser la articulación de cada nota o la pedalización o bien musicales, como la diferenciación de voces en Bach mediante distintos planos sonoros.
También es muy exigente, lo que para mí ha sido muy importante. Hizo que desde pequeño tuviera que asumir responsabilidad sobre mi propio estudio, demostrando en cada clase el trabajo realizado a lo largo de la semana y si había o no cumplido con los objetivos que él esperaba de mí.
Yo creo que este tipo de enseñanza traspasa los límites de la propia disciplina en sí y forja el carácter de la persona dándote constancia, capacidad de esfuerzo, superación y exigencia contigo mismo…cualidades que son muy importantes para la vida en general.
  
P-Y es un año después de comenzar a estudiar con él, cuando ganas tu primer premio en el Concurso Regional de Interpretación del Conservatorio Profesional de Música de Cuenca. ¿Cómo lo recuerdas?.
R.-No recuerdo demasiado… tenía 9 años y casi no sabía ni lo que era un concurso. Recuerdo tocar en una prueba eliminatoria en el propio conservatorio, y verme de repente, a los pocos días, en mitad de la Sala Sinfónica del Teatro-Auditorio de Música de Cuenca sentado delante de un piano. Me dieron el primer premio, pero creo que nunca fui consciente de lo que era aquello… Ahora puedo disfrutar de aquel momento ya que editaron un CD con toda la grabación de la prueba Final.
 
P- Después del Concurso de Cuenca irán llegando todos los demás, imagino que muy importantes de forma individual, pero ¿qué te han aportado en su conjunto?.
R.-Yo siempre digo que los concursos pueden ser peligrosos si no se toman con la filosofía correcta. No hay más que ver en cada uno el ambiente competitivo que se aprecia. Yo he sido educado en una línea distinta a esa, donde un concurso es una forma más de tocar en público, con el aspecto positivo de tocar delante de unos profesionales de tu instrumento (el jurado) y pudiendo conocer y observar a gente que se dedica a lo mismo que tú. Se aprende mucho de este último aspecto.
Pero, como he dicho, si tu meta es exclusivamente competitiva, pueden ser perjudiciales musical y personalmente; pues, por poner un ejemplo, en este último concurso, el “Infanta Cristina”, 35 eran los pianistas inscritos en mi categoría y solo uno el premio. Si los 35 quieren ganar, 34 van a obtener un fracaso nada positivo.
  
P- Una pregunta quizás muy difícil, ¿qué crees que determinó que el jurado del Infanta Cristina te otorgara el primer premio frente al altísimo nivel que tenían los demás participantes?.
R- Es algo que no te puedo responder con plena certeza, aunque sí te puedo decir que otras personas suelen destacar la claridad de ideas en mis interpretaciones. Siempre intento exponer ordenadamente el pensamiento musical de una obra de forma que pueda llegar lo más fácilmente al oyente sin quitarle, y esto es lo más difícil, la profundidad que pueda tener. Es importante destacar bien las líneas melódicas, la preparación de las entradas en los temas, terminaciones de las frases… para que todos puedan comprender lo que el compositor nos intenta transmitir.
También es importante la elección del programa que se presenta. Hay obras que son típicas de llevar a concurso por lo brillantes que pueden resultar, pero también tienen el inconveniente de que al ser muy tocadas, todos tenemos una visión personal de cómo las interpretaríamos y es difícil aceptar que otra versión pueda mejorar la propia.
Creo que la elección en este sentido de mi profesora actual Elena Orobio de la pieza de Liszt (Variaciones sobre un motivo de la cantata “Weinen, Klagen, Sorgen, Zagen” de Bach) ha sido magnífica. Fue una obra que eligió como parte del programa académico para trabajar durante el curso y la verdad es que yo al principio estaba un poco reacio, no me gustaba demasiado. Ahora es de las obras que más interiorizadas tengo, por encima incluso de la aparentemente sencilla Fantasía de Mozart, a la que creo que todavía no he conseguido llegar tanto; y ha resultado ser además una magnífica obra de concurso porque, al no ser tan conocida, la mente del oyente es más flexible ante posibles interpretaciones. En ese sentido sucede lo mismo con la sonata de Alban Berg.
  
P- En tus interpretaciones intentas incluir músicos como Alban Berg, perteneciente a la Segunda Escuela de Viena del siglo XX. Siempre me ha parecido paradójico que en el siglo XXI se siga escuchando la música de siglos muy anteriores y que la gran desconocida sea precisamente la que se hace ahora o incluso la del siglo pasado. Creo que este fenómeno sólo pasa en la música, ¿cuál crees que puede ser el motivo?.
R- En el siglo XX se produce un cambio muy significativo en el lenguaje musical, y todo cambio produce reacciones en la sociedad. Cuando Brahms estrenó por primera vez su primer concierto para piano, el público no lo entendió y fue un fracaso. Hoy está considerado como obra maestra.
Todos tenemos claro que en un cuadro de Picasso no nos vamos a encontrar la misma perspectiva que en uno de Velázquez y esto no hace que dejemos de ir al Museo Reina Sofía a contemplarlo. El otro día comentaba Luis Ángel de Benito que este año, debido a la mayor inclusión de autores contemporáneos en las programaciones de conciertos, había bajado en un 18% la venta de entradas porque al público no le gusta este tipo de música.
Yo no creo que sea culpa de que esta música no guste, sino que simplemente no tenemos ningún contacto con ella, porque casi todo lo que se suele oír es esto… (nos paramos a escuchar lo que está sonando por la radio)…que no sé ni siquiera si podemos hablar de que sea música tonal… La disonancia es también parte de la naturaleza y la escuchamos en la vida cotidiana. Quizás no estoy tan de acuerdo con la música que crean compositores como Xenakis o Stockhausen basada en series numéricas artificiales. Para mí la música debe ser natural (como dice Ángel Oliver) y los artistas han usado diferentes lenguajes para expresar sus emociones teniendo como punto de partida esa naturaleza.
Creo que el desconocimiento de la música del siglo XX y XXI se debe sobre todo al tipo de educación musical que se imparte en los colegios y conservatorios.
  
P- Tengo algún alumno que no tiene clases de música en el colegio, ¿podemos hablar de la educación musical en España?.
R- Es muy triste reconocer para un músico que la música suele ser la materia a la que se da menos valor en los colegios (quizás con el dibujo), contemplándola muchas veces como simple asignatura optativa. Ha bajado mucho el nivel cultural en las aulas y esto tiene una consecuencia directa en el consumo de arte por parte de la sociedad. No es coincidencia que por ejemplo bajen los niveles de audiencia de Radio Clásica y suban los de los 40 Principales.
Además me gustaría subrayar la dificultad que tenemos los músicos de hacer compatibles nuestros estudios con los oficiales y las malas planificaciones del Ministerio de Educación. Es cierto que se ha creado un Bachillerato Musical en el que te quitan algunas asignaturas para que compaginar ambos estudios sea más fácil, pero también es cierto que quién hace ese bachillerato no puede hacer la Selectividad, lo que en mi caso supuso decidir hacer un bachillerato “casi” normal de ciencias porque no quería quedarme sin la opción de poder realizar otra carrera diferente en el futuro. Creo que esto es el resultado de que la carrera musical en España no sea universitaria como por ejemplo Bellas Artes, al contrario que sucede en otros países.
  
P- ¿Qué tienes planeado cuando termines tus estudios?.
R- Me gustaría estudiar un año fuera de España, quizás en Estados Unidos y así también terminar de aprender el idioma, aunque todavía no lo tengo muy claro porque soy muy germano de mentalidad y me atrae mucho Alemania. Pero no sé, es hablar por hablar. Depende mucho de cómo vaya este último año en Madrid, en el que habrá que escuchar opiniones de las personas que mejor saben aconsejarme para este tipo de decisiones.
Lo que sí sé es que, si me voy, va a ser sólo un año, porque muchas veces los estudios se alargan tanto que se empieza a trabajar muy tarde y para mí el trabajo es una forma muy importante de aprendizaje.
Además, yo me considero músico antes que pianista y me atraen mucho otras disciplinas como la composición o la dirección, a las que hasta ahora por falta de tiempo no me he podido dedicar. Quizá en algún futuro…
  
  
(Interview by Aranzazu Horro for Excelentia Foundation)
 
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